Cuando hace unos meses Moisés Spak me escribió y me preguntó qué podía aportar mi presencia al Concurso TerraOlivo 2015, supe que iba a ser una experiencia importante en mi vida. Y así ha sido…una vivencia a nivel personal y profesional que me ha enriquecido en todos los aspectos.

El tema de los Concursos siempre es espinoso porque en ello va implícito una componente de marketing que no siempre se puede sopesar. Por ese motivo este pequeño artículo tan sólo pretende comunicaros mi experiencia personal al margen de las valoraciones y opiniones que tengo con respecto a los Concursos en general.

La emoción ya la llevaba dentro del cuerpo sólo con ver en el Aeropuerto de Barajas el destino de mi vuelo: Tel Aviv. No era ni mi primer vuelo internacional ni mi primera visita a la zona…pero Israel había sido siempre un destino que se me resistía…ahora entiendo el porqué. Tenía que ser de una manera especial, diferente…uniendo mis dos pasiones: la arqueología y el olivo.

Saber que iba a pisar el Monte de los Olivos me daba una especie de vértigo interior.

La exquisita organización del Concurso TerraOlivo hizo que todo fuera sencillo y la llegada a Jerusalén, aunque precedida de un atasco monumental, me hizo sentir que estaba en una parte especial del mundo.

Alojarse en un hotel que se llama “Olive Tree” ya daba pistas sobre lo peculiar del evento. Una recepción donde el olivo y el aove tiene tanta presencia me hizo pensar en lo desaprovechado que tenemos este producto en el mundo hotelero de España.

El encuentro en el hotel con profesionales venidos desde Italia, Portugal, España, Grecia y la Organización de TerraOlivo fue preciosa. Materializar a quienes conoces por la virtualidad de las redes sociales es algo insustituible.

Todos los días del Concurso han sido trepidantes. Por la mañana trabajo como jurado en una mesa compuesta por seis jueces. Trabajar con profesionales israelíes, palestinos, italianos, griegos, portugueses ha sido una enriquecimiento brutal. Ver en una misma mesa a palestinos, judíos catando en paz, intercambiando opiniones…creo que es lo mejor de lo mejor. Si le unimos la cata de 30 muestras cada mañana os podéis hacer una idea del entrenamiento que he llevado a cabo. Variedades que no había catado nunca, opiniones entre profesionales de primer orden…estar rodeada de personas como Shimon Lavee, Raúl Castellani, Antonio Lauro, Francisco Pavão, José María Penco, entre otros/as…y oleicultores/as israelíes…me han hecho crecer como profesional.

No me cansaré de alabar la organización del Concurso tanto en la parte profesional como en las experiencias gastronómicas y turísticas de máxima calidad que nos ha ofrecido TerraOlivo.

Tras la comida comenzaba otra parte importantísima del viaje: Jerusalén.

Hemos tenido la suerte de coincidir con el Festival de la Luz que viste la ciudad vieja con montajes y performances alrededor de la luz y sus expresiones artísticas. La vida que había por las calles mezclada con los efectos de la luz, le quitaba intimidad pero a cambio le daba una profundidad cultura y efectistas inigualable.

Visitar los Santos Lugares al margen de las creencias o no de cada uno, es algo que te invade de una emoción íntima. No es cuestión de religión, no es cuestión de política…eso no me corresponde a mí hablar de ello…sólo os puedo decir que en el Huerto de Getsemaní sólo tenía ganas de llorar de emoción…como si la sangre que corre por mis venas se fuera transformando poco a poco en aceite (virgen extra, desde luego) y ya no hubiera vuelta atrás.

Yo que soy “una pequeña intrusa” en la “maquinaria” del aceite en España…yo que soy un pequeño punto en medio de tantos profesionales en el mundo del “aceite de oliva”…estaba allí, en ese lugar de culto para los que amamos el olivo, quitando connotaciones religiosas…allí había algo que te decía que en ese espacio…o quizá en otro cercano…había pasado algo muy grande y los olivos y su producto habían tenido una presencia fundamental. Tenéis que ir…

P.D. No quiero despedirme sin hacer mención a todo el equipo de profesionales que nos han atendido en TerraOlivo y en especial a Moisés, Raúl y Leo que me han hecho sentir como si fuera de la familia. Gracias, gracias…gracias

Hay muchos/as profesionales a los que no nombro, no por su categoría profesional sino por espacio. A todos las gracias por compartir conmigo espacio y tiempo…así como a los asistentes acompañantes.